domingo, 9 de febrero de 2025

El Brutalista (The Brutalist)

Sinopsis: El arquitecto húngaro Lásló Tóth (Adrien Brody) escapa de la Europa de posguerra y llega a Estados Unidos para empezar una nueva vida a la espera de reencontrarse con su esposa Erzsébet (Felicity Jones) y su sobrina Zsófia (Raffey Cassidy). Y cuando el millonario Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) lo contrata para un ambicioso proyecto la oportunidad parece única e inmejorable.

Reseña: No se si El Brutalista es la mejor película del 2024 pero puedo asegurar que se trata de una experiencia monumental, no solo por su impresionante despliegue técnico audiovisual sino también por su enorme complejidad narrativa confiriéndole implicaciones épicas a un relato intimo sobre ascenso, caída y redención (no necesariamente en ese orden) por los numerosos aspectos que lo componen analizando con frialdad y crudo realismo a la "tierra de oportunidades y de la libertad" luego de la segunda guerra mundial.
Apenas empezada la película es evidente el virtuosismo del director Brady Corbet (cuyo trabajo previo desconozco pero ya estoy obligado a prestarle atención) para conjugar fantásticas secuencias con puntilloso montaje, eficientes diálogos e impresionantes imágenes no solo por su fuerza narrativa e importancia dentro de la compleja historia sino por su perfecta construcción potenciada por la novedosa técnica de impresión VistaVision (novedosa porque no se utilizaba hace más de 60 años) que incrementa la profundidad y nitidez de ciertos planos. Por momentos El Brutalista me recordó a Oppenheimer de Christopher Nolan. Ambas son estimulantes e impactantes sensorialmente a pesar de estar construidas en su gran mayoría por charlas y discusiones entre los personajes. Pero, mientras que en Oppenheimer Nolan necesitó de adornos audiovisuales (y cientos de millones de dolares) para elevar los momentos menos interesantes y apasionantes, los aspectos técnicos más destacables de El Brutalista (con un presupuesto menor a los 10 millones de dolares) como la hermosa cinematografía de Low Crawley, la precisa música de Daniel Blumberg, y el fantástico diseño de producción a cargo de Judy Becker no se sienten como un fin por si mismos sino fundamentales para transmitir poderosas emociones, perfectas metáforas y profundos simbolismos.
El guion co-escrito por Corbet y Mona Fastvold me pareció implacable y demoledor primero construyendo con lujo de detalles a los complejos personajes desde sus aspectos más íntimos, sus sentidos anhelos, su descontento con la realidad que los rodea para luego hacer más significativos sus colapsos, sus enfrentamientos o simplemente su reacción a la impredecibilidad del sistema socio-economico-cultural en el que están inmersos e indefensos. La metáfora más resonante y obvia es la de el estilo arquitectónico brutalista de la que Lázló Tóth es un pionero, enfocada mucho más en la resistencia y en la dureza que en la belleza externa y que nace como respuesta al dolor y al trauma de la guerra. El protagonista es una encarnación humana de esta técnica, mostrándose con entereza y dureza por fuera cuando por dentro están las cicatrices incurables de la persecución, el destierro, la separación de su familia las cuales se abren aún más cuando debe enfrentar una tierra profundamente xenófoba, antisemita y racista. Desde luego soy un ignorante en cuanto a arquitectura pero cuando una cinta se encarga de estar tan bien escrita y dirigida no solo es entretenida y trasmite la pasión por el tema sino que nos hace desear saber más sobre el mismo. Vale aclarar que El Brutalista no es una biopic aunque su estructura (incluyendo un fenomenal epilogo) aparenten eso. Pero sin duda es un preciso reflejo de una época, de una sociedad y del ingenio del espíritu humano sobresaliendo a pesar de las adversidades como también un escabroso retrato de como este puede pervertirse hasta los más oscuros comportamientos.
Finalmente tengo que hablar del extraordinario desempeño del elenco. Adrien Brody entrega la mejor actuación de su carrera (lo cual es decir mucho). Uno podría entrar en comparaciones con su papel en The Pianist pero creo su desempeño en El Brutalista es superior simplemente porque el guion es mejor y la construcción de su personaje es mucho más detallada, teniendo que lidiar con momentos de desolación, angustia, furia y autodestrucción como también la pasión por su trabajo y su lugar en el mundo. Brody se adueña totalmente de su rol derrochando emoción como pocas veces he visto. Guy Pearce también es vibrante como el millonario Van Buren, por momentos cálido y por otros tenebroso. Felicity Jones por su parte inyecta mucha energía en la segunda mitad de la cinta (que sin dudas la sentí necesaria) con una interpretación pasional y emotiva pero en ningún momento exagerada. El resto del elenco también me pareció excelente: Raffey Cassidy como la reservada sobrina Zsófia, Joe Alwyn como el arrogante hijo de Harrison Harry Lee, Alessandro Nivola y Emma Laird como el primo de Lázló y su esposa (respectivamente) que lo albergan apenas llega a América y Isaach de Bankolé como el fiel empleado Gordon que se conocen en un comedor comunitario. Nadie desentona, y todos aportan con un trabajo sobresaliente, sutil y totalmente apropiado para los requerimientos de la historia pero el trio protagónico de Brody, Pearce y Jones esta a otro nivel y gran parte de la cinta reposa sobre sus hombros tanto por su desempeño individual como por la genial química que comparten.
La reseña se hizo demasiado larga y solo me he desecho en elogios. Debo advertir que El Brutalista podría ser algo frustrante para quienes esperen un relato más tradicional y menos rebuscado (y con menos duración). En lo personal su extenso metraje no me molestó pues sentí cada segundo importante para dar forma a su textura narrativa, su simbología y su poderoso (y perpetuo) mensaje. Reconozco que por breves periodos pudo cansarme un poco (como en las discusiones entre Tóth y otros arquitectos sobre las decisiones de diseño) pero son mínimos momentos en comparación con la abrumadora experiencia total al mismo tiempo fascinante por su valentía a romper con los convencionalismos del cine "de prestigio". Sin dudas hay aspectos y temas que gustan a La Academia como El Holocausto, la crítica anti-capitalista y la ambientación de época pero resultan ingredientes secundarios para algo mucho más original e inolvidable. La recomiendo con entusiasmo y sobre todo verla en cines. Hasta su intervalo de 15 minutos a mitad de película esta perfectamente utilizado. Pueden tomar líquidos con tranquilidad antes de entrar a la sala.
Calificación: 10

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